Bmail
Maya Morales
maya.morales@bmail.com
Maya Morales.

Querido destinatario, para variar ayer pude conciliar el sueño por bastante tiempo. Al parecer la ida al mercado fue una ardua tarea para mi cuerpo desnutrido y plagado por la enfermedad; una enfermedad anímica, no física. La aventura al mercado no se sintió tan intensamente desagradable como esperaba; fue más como un sentimiento de extrañamiento que nada. El día estaba perfecto: asoleado, con una ligera brisa, lleno de vida y de color; desde lo más simple como las formas y colores de las frutas y verduras que delataban su vitalidad hasta las complejas conversaciones que no podías silenciar. Todo era tan perfecto como si se sacara de una de esas películas en donde una pareja se conoce, se enamora y viven felices para siempre… es por eso que más que envidiar algo así todo era muy ficticio para mí. Es la misma sensación que tiene uno cuando escucha algo bajo el agua o ve algo a través de un cristal empañado; simplemente hay algo, una capa, que te separa de todo este mundo. Es por eso que lo llamo aventura; porque me aventuré a un mundo que pensaba que era el mío y descubrí que este mundo o me había rechazado o había pensado que ya estaba muerta. Este mundo tan vivo; no era mi mundo. Mi mundo se limita a un sentimiento de aturdimiento para todas las emociones y sensaciones que no son una constante motivación para el llanto y la muerte.
Por otro lado, encontré que la comida vuelve a ser un poco placentera; por más diminuto que sea este placer. Parece que mi dieta de consumo nulo está en peligro; al menos logró quitarme más de 10 kilogramos de encima.

Hasta mañana mi querido destinatario.
Atte:
Maya Morales